miércoles, 6 de enero de 2010

Just for One View..

Esta mañana los libros corrían por la habitación mientras un hombre le escavaba un hoyo a la pared del baño, la sabana pedía que la moviera de posición porque ya estaba harta de estar así; estática, esa brisa loca que movía los arboles era tan fuerte que logro enfriar mi corazón.
Solo me alenté a mirar desde mi balcón mientras la electricidad hacia de su ausencia algo que ya uno conoce.
Solo faltan unos días para que cumpla los (40) a mi no me preocupan, pero cuando pongo sobre una palestra lo que han sido para mi personalmente; se me aguan los ojos, no es que hayan sido una perdida de tiempo, pero me motivan a preguntarme una y otra vez, ¿Que hubiese sido de mi si a mi padre no se le hubiese ocurrido la brillante idea de traerme a Santo Domingo y en cambio me hubiese dejado en el campo? ¿Estaría donde en verdad pertenezco?
¿ Donde vas cuando no hay ayuda? cuando tu corazón no pertenece en lo absoluto a ese lugar del cual quisieras desaparecer y jamas volver. En tiempos de cólera, me he preguntado, ¿Porque hay que prevenir? ¿ Porque mejor uno no deja que todo se rompa y comenzar otra vez a construir? ¿Porque cuidar tanto, si cuando va a pasar algo malo, como quiera sucede? ¿ Porque tanta diferencia si total, todos vivimos en el mismo mundo y los cuentos solo los utilizan para que uno vea lo que sucede por uno no atreverse a soñar? ¿ Porque tantas palabras finas saliendo de los labios, si como quiera nunca seras un hombre descente?
He guardado un solo recuerdo en mi vida y he caminado por las calles siendo prisionero e ilegal al mismo tiempo en mi propio país, pero con esperanza de que todo se resuelva y no seguir siendo hijo de la irrealidad que me hace ser hijo del descuido y quizás perdedor al final del camino, al final de la historia, al final de la irresponsabilidad de quien por hacer un bien, solo me enterró vivo y sin pertenecer a ningún lugar mas que aquel al cual solo debo esperar a que Dios decida llevarme y callado quedarme ante la soberbia de la gente, ante las salibas que caen en mi cuerpo cada vez que escupen mi presencia en la vida. Lo grande es que han pasado casi 40 años ya y mis pies todavía no saben cuando descansar.

Miguel Shulterbrandt