viernes, 6 de febrero de 2009

AlOnE..

Esta mañana el viento se encargó de espantar el cálido pensamiento de saberse uno amado y sin tener que temer, sentenciado a alguna que otra culpa, esta mañana desperté igual que ayer, con una sonrisa en el espejo y fungiendo como el payaso de mi propio circo, sólo para conseguir la sonrisa del día y olvidar así lo que la cama vacía me invitaba a pensar.
Ocultarme en el dizfras y querer actuar como cada uno a su manera, pero igual, saliendo de la realidad para no tropezar con la dulce palabra que deje ayer tintada en los labios de azúcar crema los cuales les dan un poco de saber a la necesidad de nacer otra vez, no por ayantarme otra vez, mas bien es para marearte y no dejarte entender lo que al mirar mis ojos no puedes ver.
Hoy es un día en el cual debo sobrevivir por mi cuenta, por mi sacrificio, por mi propio esfuerzo, por esa realidad que martilla mi pensamiento y taquicardicamente me señala para optar dentro de cien años quizás a un ataque cardiaco que me dejara tirado al suelo, sin respirar. Sentir en el parque, la presencia de esa estatua la cual me gusta mirar, pensar, observar y callando a la locura persivir su olor e imaginar que dirige sus ojos hasta donde estoy y me dice¨Ahí estas, mirándome, con mas amor que aquel que me lego mi escultor, no te puedo corresponder, sólo me queda sentir como tus ojos se untan sobre mi y los puedo sentir, pero nada puedo decir¨.
En el fondo, el alma se desagua, los pies casi no aguantan y la impotencia hace flema en la desovediencia, muchos pierden la paciencia, pero no hay mal que por bien no se asome y no importa dejar el arco iris sin esos hermosos colores si al final solo no voy a morir, solo no voy a quedar. Por eso, siento como los demonios vienen a buscarme al dormir y me invitan a revivir a otros mas quienes como ellos fueron expulsados y con un éxodo, colorean de blanca las tinieblas y aprenden a ser mejores criaturas; Zatanisadas, pero redimidos en todo eso que el invierno guardaba para cuando la ruptura llegara.
Al finalizar, el corazón se envuelve en un manto transparente en la oscuridad late un poquito mas fuerte, elevo mis brazos como queriendo tocar el cielo, no por miedo, mas bien, por volver a ver a quienes Dios envió a buscar, por sentir que eran demasiado buenos para estar aquí, arrastrandose como culebras y aunque con el tiempo sean olvidados, de mi corazón no podre jamas sacarlos, por amor, por recordar por siempre quienes son y porque mañana al morir, lo mismo me sucederá a mi y me quedare mas solo, mas preocupado, mas adnegado, mas lineado.
Miguel Shulterbrandt

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