viernes, 20 de junio de 2008

Don Quijote

Mientras pasaba yo por una de las aldeas rotuladas como tranquilidad allá en la lejanía de mi desesperación tranquila y callada; camine hasta una de las realidades mas tiernas y ciertas de la vida fotografiada desde una ventana oscura y sin salida.
El hombre estaba montado en su caballo quien a la ves le ronroneaba con murmullos rabiosos sobre las desiciones que había tomado para ambos "El Don". tras el espinazo se le sentían los huesos; contables para ser mas honesto, mientras el hombre callaba ante cada perdida que sucediese a sabiendas de que nunca ganaría una batalla, una ilusión, una vida. Pero El era el protagonista de una historia que nos enseña que no siempre uno debe soñar demasiado por la única razón de decir que los sueños son aveces sólo eso y se quedan ahí, en la almohada, en la cama. Quizás esta por demás el hablar demasiado o hasta aveces querer uno acompañarse de alguien para ver que tanto puede uno soñar despertando en la realidad que moja los corazones y no los deja ser mas que cuerpos errantes; como los cometas.
Sólo se que un día se levantó, dejó el caballo atado a la libertad, caminó sin escudos ni armaduras, dejandonos a mi y a un grupo de lectores residuales así como boquiabiertos y a la vez asustados. la cara languida y un deseo que se le atascaba entre los ojos; frió, tenso, callado, figurado en la sentencia de la desaparición y a la vez; crucificado en lineas que al final de la pagina lo tildaban como loco. La pregunta no se hizo esperar de entre mis labios; Que sera de nosotros si no tenemos ese poder de soñar? de poder enfrentar la realidad de amar un pedazo de hielo al que jamas podremos calentar, al que jamas podremos hacer soñar, corregir ni mucho menos ayudar a crecer tanto como lo hicimos?
Al final de la vida, cuerpo desnudo, la vida nos entrega igual que como una vez llegamos a ella, estaremos aquí sólo por un momento, sólo por un tiempo, añade a eso y a todo lo que suceda; vivir sin sentimientos, vivir sin sentido, asumir lo que jamas el tiempo nos ha vendido, lo que jamas hemos podido tener por pensar que alguien podría alguna vez amarnos mas que lo que jamas amareis, seréis, tenéis. Y sin caballo ni armaduras, enfrentarnos al monstruo de las condiciones de la vida y aceptarlas para al final no ser derrotados como " Don Quijote" una vez.
Miguel Shulterbrandt

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