martes, 8 de abril de 2008

World Of Fantasy

Revenado como mortadela y salami, estrujado como esa moneda que ya no se utiliza por estar fuera de orden y congruentemente desvanecerse en un milagro subyugaba en la eterna disfunción octagonal de un mal sentimiento que se transforma en una imaginaria situación y luego en esa verdad que no se oculta, por la culpa.
Que puedo hacer ante la llamarada infernal de tener que dudar lo que veo por ser algo tan real que aveces obliga a callar por no tener que aceptar la realidad y ver como a espaldas de calixto, melivea se burla sin tener que ayantar. No se aguanta lo que ya sabemos y se oculta lo que menos conocemos, no hay que ser un genio para saber que lo que ven los ojos y lo que suspira el anhelo; no es eterno. Así como a oscuras nos escondemos, parados en una esquina vendiendo lo que el tiempo hizo contigo, se ve el demonio en tus ojos, en tus acciones, en tus conjunciones, en los besos que se falsificaban sólo para ser parte de aquellos quienes por temer a responsabilidades se aman en los callejones; engañando a otros corazones.
Resando a la vida para que vea Dios lo que los patanes hicieron contigo, lo que los aprovechados a la hora de cansarse hicieron conmigo. Siendo pieza principal a la hora de eliminar y subtitular tu amor cuando sea el turno de cobrar lo que ahora derrochas por allá. Casado con la realidad, divorciado de lo que a ocultas; das. Mundo de fantasía; ver en tus labios una boca dibujada con tinta insufrible, papel comestible que por la realidad te hace increíble. Forsado a lo irremediable, te sigo cuando me dices; por ti vine, así como el corazón se sazona para comérselo, porque lo que guardas ahí abajo se hace irresistible, todo esta en la cabeza.
Mientras el demonio transforma a cristianos en bombas de tiempo, mensajeros de una palabra que ellos no creyeron jamas, porque al poderse desquitar, te demuestran que al igual que uno que no pertenece a su comunidad; pueden adulterar y con sólo comer la salvación, tienen licencia para volver a matar.

Miguel Shulterbrandt

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