Los nardos le traen un aroma al centro de mi jardín que ligados al dulzor de una rosa suspira tranquilidad en el alma, una poesía es como esa litúrgica salida de la realidad y aunque existen algunos problemas; es bueno atreverse a soñar no importa lo que suceda en la realidad oculta que jamas se dirá, que jamas se sabrá. Herir a una persona enamorada es peor que bromear con los pétalos envueltos en una bala y dispararla al corazón, sin esconder el rencor, sin esconder lo que soy. Se trata de ser mas positivo que negativo, ver al amor y sentirme orgulloso de que se rió conmigo, no merecí el castigo, ese que estaba predispuesto por el destino, porque se equivocó conmigo. Nunca podría ser frió ante lo que escribo, hoy tengo a Dios de testigo, antes iba donde quiera que el amor me llevase, pero ahora le soy fiel a mi filosofía, esto no es como decir" por fin se enamoro el niño", sólo soy hijo del destino, tropecé tanto con las piedras del camino que ahora no puedo sorprenderme si el amor me toma de brazos, le gusto y se quiere quedar conmigo.
La verdad mañana se sabrá y todos tendremos la oportunidad de crecer o talvez creer lo que los libros y las lineas falseadas en promesas nos hacen creer, lo que los ojos sospechosos no quieran hacer creer, quien soy para cambiar la realidad, para no dejar que los amantes se amen en la oscuridad, sólo debo ser yo, ser real. Es una pura realidad caminar hasta la verdad y comprobar si en verdad lo que tienes en los bolsillos ahí esta. Mientras camina el sentimiento envuelto en teorías terciarias y renacentistas, camino lleno de rositas y evitar que la traición se desvista, sólo por tratar de amar sin que antes te merescas abandonar la realidad y ser tu como quieres ser, desnudo a esta realidad que se esconde en la oscuridad y por detrás, quien sabe quien mojara el jardín después de amar.
no importa lo que me inculque la sociedad, no importa cuantas lágrimas debas derramar, no importa si la oscuridad es el único callejón para escapar; siempre seré yo, hombre quien se atrevió a amar, mirandote a lo s ojos sin tenerte que engañar.
Miguel Shulterbrandt
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