El tiempo casi se acaba, la risotada se escucha por entre las paredes de mi casa, parece que hay mucha alegría afuera.
Unos juegan a ser felices allá afuera, otros juegan a ser rectos, unos se dan en el pecho para que Dios les limpie los pecados, Otros piensan en lo que han aprendido por estar en lugares equivocados, unos solos desaparecen y yo sólo me conformo con pensar en mi último viaje, con la ultima vuelta a ver si no llega una vez mas; el fallo.
Muchas historias el mundo mostró, unas fueron sobre la vida, otras fueron sobre las responsabilidades, otras sobre el dolor, unas sobre la tristeza, otras sobre el amor sin control y otras sobre perdidas por error. Me sonrío, y lo único que puedo hacer es mirar hasta atrás y pedirle a Dios que nada de lo que mal aprendí se vuelva a repetir, que nada de lo que mal administre mañana se vuelva contra mi.
A la medianoche el mundo se atestiguo en la lejana esquina para ver como el carro partía, ese que me llevaría al lugar en el cual junto a mas cercanos, una vida comenzaría, pero en la puerta del adiós, puedo decir que sólo una vez se rompió el corazón, sólo una vez se apodero de mi la desilusión y se empuño de mi conciencia la desesperación. Al mirar el vaso me doy cuenta de que al fondo el reflejo de mi ojo es lo que se ve, parece que este es el ultimo sorbo de alcohol y todo lo que me queda hacer es pagar por lo que me tome, dejar el vaso ahí y prepararme para mi ultimo viaje.
Unos tienen sus funciones que justificar, yo sólo fui alguien quien se hizo catador del alcohol, por querer pensar que la vida así se vería mejor, pero la botella esta vacía y no hay mas dinero para seguir comprando ya.
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