sábado, 22 de marzo de 2008

Too Late To Apologize

En el vació de una noche llena de estrellas
En la oscuridad de un alma que se cansó de buscar sin encontrar
En la ruptura de la ilusión de la vida
En el caminar por las calles en busca de cordura
En la ceguera que dejó el cuento que una vez el amor le hiciera
Un hombre tomó una soga y la colgó en el poste mas alto que elevaba el tejado de su casa; una casucha en las afueras de un campo cercano a la demencia que se licua en su presencia ilimitada de espacio contiguo a cualquier lugar. Sólo se elevó y mirando al suelo se precipitó hasta colgar como si fuese juego de niños el quitarse la vida; cometer el pecado mayor, el mas castigado por Dios, el mas represivo para quien lo pueda conocer. Esos 8 segundos fueron tanto para el, fueron como la pregunta a la que jamas le tendremos respuesta. Una lágrima salió de sus ojos torcidos, ojos que jamas volverían a ver un día mas, ojos que jamas tendrían la oportunidad de mirar el cambio que le hubiese tenido Dios de no haberse desesperado, corazón que jamas latirá con la esperanza de sentir el amor como quizás le esperaba en cualquier esquina por la cual no pasó jamas. Hijo de la muerte, esa a la cual se le había escapado y corrido, sin pensar que lo estaba esperando donde menos sospechaba; su casa.
Los pies elevados 2 metros sobre el nivel del suelo, enfermo de tanta falsedad, de tanto esconderse para no llorar, de tanto ver como el tiempo se doblaba cada vez que estaba contándolo, sólo por querer divisar diferencias donde sólo encontró indulgencia, donde sólo alargó el periodo al tiempo de su sentencia.
Buena persona, creció mal educado, buena madre mal padre, fue tanto que al final no fue nadie, aprendió tanto que jamas puso a practica lo que sintió, ahora lo veo así colgado, sin vida, lleno de eso que a muchos nos falta, sin escuchar lo que dice su alma porque su voz no puede emitir ningún sonido, mirándome como queriéndose disculpar, sin poder hablar, mientras en el tren que da al infierno se queda sentado en el asiento del pasajero, tratando de desaparecer por la via mas rapida y ya es muy tarde para arrepentirse

Miguel Shulterbrandt

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