La sutileza encarnó en versos no visibles pero llenos de rectángulos agudos e incongruentes, mojados y elocuentes, trascendidos en inocentes serpientes las cuales se arrastraban por el suelo, buscando victimas para utilizar, porque el amor que daban no era de verdad.
De mañana, un suspiro en la almohada, la sinceridad rondaba en la sabana cuadriculada donde unos recién casados hacían el amor, esa la cual luego de marcharse el esposo confiado, ensuciaban los amantes con sus pecados, flor sin color, murmullo desigual, corazón quien dio rienda sueltas a lo que llenó el hueco que una vez la desconfianza llenó y afirmó. Camino claro en donde el sol una vez se quedó y filantrópicamente dibujó un arco iris para que se alejara el amor y diera a saber lo que es hoy, camino a la perdición.
Una poesía abstracta que no radica exactamente en la logística pero que abunda en la cultura rupestre de amantes terceros quienes piensan que ser utilizados es lo primero y que lo ultimo es entregarse a una relación la cual romperian con un suicidio fugaz, dejandonos inmaculados y con las manos colgando, preguntando, lo que habrá pasado. No se puede fallar al querer ocultar la irresponsabilidad de amarse a escondida y callar hasta que algún testigo se diera cuenta de la verdad, si este tipo de relaciones fuese tan fuerte como los amantes suelen decir y afirmar, entonces porque no se hace publica y se deja en libertad a quien como victima queda vurlado o bufeado, con esa verdad robusta, llena de consecuencias, fantasía de mentiras, con un publico que los señalan de por vida y con el amor verdadero que se queda arrodillado al dolor; para siempre.
Todo con el tiempo termina, se descubre y abrume, subyuga y le da un espasmo a lo que uno piensa pueda suceder si algún día el esposo llega y encuentra otro hombre con su mujer, las demás lineas escribelas en tu imaginación, no quisiera ser parte del dolor.
Miguel Shulterbrandt
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